En un examen de matemáticas, aunque no lo parezca, hay que tomar muchas decisiones. Tienes 9 ejercicios delante y lo primero que tienes que hacer es saber por cuál empezar. Una persona sin TEA puede tener dificultades para hacer esto, pero puede aprender a empezar por el ejercicio uno, y si no le sale, pasar al siguiente. También puede aprender a leer todo el examen y empezar por los que le parezcan más fáciles. Para una persona con TEA el hecho de decidir por qué ejercicio empezar puede ser todo un mundo. No estoy diciendo que a todas las personas con TEA les pase esto, pero sí que puede pasar, y que de hecho, muchas veces pasa.
No quiero irme a un examen muy difícil. Basta con un control sencillo de tener que resolver varias operaciones o ecuaciones. Un control que podría hacerse en cualquier curso (adecuando el nivel). Una persona con TEA, habiendo estudiado, sabiendo hacer los ejercicios, al tener que enfrentarse a muchos y no tener muy claro por cuál empezar, puede agobiarse y no saber qué hacer. Algunos y algunas conseguirán desbloquearse, pero otros y otras puede que no. En este caso, hay que encontrar una estrategia para aprender a ordenar los ejercicios que se van a hacer. Es decir, hay que enseñar a organizarse.
Si nosotros hacemos un examen como docentes, es bastante importante dejar claro qué ejercicio hay que hacer primero, cuál hay que hacer segundo y cuál el último. Así, el alumno o la alumna con TEA tiene un orden y hay más probabilidades de que no se bloquee. Si en clase, en el examen decimos «podéis empezar por el ejercicio que queráis», puede ser que a los y las estudiantes sin TEA les guste la idea, pero a la persona que sí tiene TEA le perjudique. Poder tener una guía de organización es toda una ayuda (no le estás diciendo lo que hay que hacer en el examen, le estás construyendo el entorno que esa persona necesita para poder conseguir lo que los demás consiguen).
Sin embargo, esta estrategia tiene sus desventajas, a saber: si el o la estudiante hace el primer ejercicio que se ha pactado, pero se atasca porque no le sale, puede pasar que hasta que no lo consiga hacer del todo, no pase al siguiente y eso es un problema de cara a la organización del tiempo. Por eso, es importante también trabajar la flexibilidad y poder idear una estrategia en la que los primeros ejercicios sean los que al alumno o alumna le resultan más fáciles.
¿Opciones? Estar los primeros 5 minutos del examen con esa persona para establecer qué se va a hacer primero y qué se va a hacer después. Ayudarle a ordenar los ejercicios y establecer una estrategia de resolución del examen.
Conclusión: